¿Qué es el control interno?
El Control Interno se
define como el conjunto de principios fundamentales, reglas, acciones,
mecanismos, instrumentos y procedimientos que ordenados, relacionados entre sí
y unidos a las personas que conforman una organización pública, se constituye
en un medio para lograr el cumplimiento de su función administrativa, sus objetivos
y la finalidad que persigue, generándole capacidad de respuesta ante los
diferentes públicos o grupos de interés que debe atender.
El Control Interno por
lo tanto no es un evento aislado, es más bien una serie de acciones que ocurren
de manera constante a través del funcionamiento y operación de una entidad
pública, debiendo reconocerse como un componente integral de cada sistema o
parte inherente a la estructura administrativa y operacional existente en la
organización pública, asistiendo a la dirección de manera constante, en cuanto
al manejo de la entidad y alcance de sus metas se refiere.
La Administración
Pública tiene bajo su responsabilidad el cuidado, manejo y utilización de los
bienes públicos, en procura del beneficio y del bien común de todas las
personas que habitan el territorio nacional, dentro del marco de la
Constitución y las leyes. En este sentido, las entidades públicas están
orientadas a prestar un servicio público y su legitimidad se sustenta, en la
eficiencia y calidad con que prestan estos servicios y satisfacen las demandas
de la comunidad, dentro de un marco de valores compartidos que promuevan los
Derechos Humanos, el bien común y la dignidad de las personas. La entidad
pública por lo tanto necesita una gestión eficaz y responsable que le permita
sostenerse en las mejores condiciones posibles, y lograr un equilibrio óptimo
entre su administración y sus fines.
De allí que la
Constitución Política en su Artículo 209º, incorporara el Control Interno como
un soporte administrativo esencial orientándolo a garantizar el logro de los
objetivos de cada institución pública y del Estado en su conjunto, fundamentado
en el cumplimiento de los principios que rigen la Administración pública en
especial los de eficiencia, eficacia, moralidad y transparencia; en la
coordinación de las actuaciones entre las diferentes entidades que lo
conforman, preparándolo adicionalmente para responder a los controles de orden
externo que le son inherentes, y en especial al Control Ciudadano.